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Bariloche. La zona que crece, alejada del centro y las multitudes, con paisajes deslumbrantes

Unos 70 km al sur de esta ciudad muchos viajeros han descubierto la entrada al paraíso: se trata del ingreso al valle inferior del río Manso, que se extiende por unos 45 km hacia la frontera con Chile.

La pequeña población de Río Villegas, sobre la ruta 40, entre Bariloche y El Bolsón, resulta la antesala de un verdadero contacto con el turismo rural, cada vez más buscado por los viajeros. Vacas, caballos, ovejas, una escuela hogar y dulces caseros están entre las postales. El entorno invita a una suerte de viaje en el tiempo.

Desde Río Villegas y hasta el final de la ruta 83, de ripio, pasando por el paraje El Manso, se accede a múltiples opciones de alojamiento –entre cabañas, dormis, campings, glamping y domos– que han aumentado en los últimos años.

Actualmente, el valle del Manso posee unas 200 plazas turísticas disponibles. Entre los campings, se destacan Kaleuche, El Puerto, La Pasarela, Tierraventura, Manseritos, Rincón de los Sauces, El Maitén y La Estancia. Además de los servicios clásicos, muchos de ellos ofrecen dormis o cabañas y amplios espacios para motorhomes, casas rodantes y tráileres.

Si uno viene desde Bariloche, antes de cruzar el puente sobre el río Villegas en la ruta 40, un camino que se abre hacia la derecha permite acceder al camping Cohuin-Co, que ofrece paseos de rafting y almuerzos. A su vez, allí nace el sendero hacia el lago Steffen, que a solo 2 km despliega algunos piletones naturales en el río Manso. En tanto, del otro lado del río, sobre la ruta provincial 83, el emprendimiento familiar Puerto Manso ofrece cabañas y hostel: los visitantes pueden también hacer rafting, pescar y tomar clases de kayak. El lugar tiene incluso una huerta orgánica, bosque con senderos para caminatas de variada intensidad y cabalgatas. Prevén sumar cursos de cerámica y de dibujo, así como clases de yoga en invierno.

Carpas de safari

Otra opción que se destaca en la zona es Río Manso Camp, que abrió en noviembre de 2021. “En 2017 hicimos el primer campamento de lujo nómade para una pareja de hindúes en el valle del Manso, muy cerca de la actual locación del camp. Fue un evento que marcó un antes y un después: los huéspedes llegaron en helicóptero, combinando la experiencia de glamping con actividades como rafting, además de gastronomía nómade con un chef local. También montamos un domo con baños en suite por una sola noche. Luego de otras experiencias en la estepa patagónica y otras provincias, el proyecto fue creciendo y sumando equipamiento de lujo”, cuenta Luciano Frasson, fundador y director de Frasson Travel Designer.

El objetivo es conectar a los huéspedes con la naturaleza, en un entorno único, con servicio de un hotel 5 estrellas: las personas duermen en carpas Bell Tent (tipo safari africano), con sommiers king size, sábanas de algodón egipcio y plumones de duvet. El camp cuenta con duchas de agua caliente, áreas de relax en el bosque y a orillas del río, así como una carpa beduina en la que funciona el restaurant Nomadik.

Además de rafting, trekking y cabalgatas, ofrece viajes temáticos, con clases de cocina, retiros de yoga y degustaciones de vino. “Cada vez más, recibimos familias con niños. Al no tener wifi, los chicos pueden conectar con la naturaleza al 100% y disfrutar de todas las actividades”, suma Frasson.

Sabrina Santana, integrante de la junta de la comisión de fomento de El Manso, también destaca la desconexión tecnológica que permite el valle del río Manso: “Recibimos muchos turistas buscando esa conexión con la naturaleza. Además, nuestra gente es muy servicial y los hacen sentir como en casa”.

Los ríos Manso y Foyel son los grandes protagonistas del paisaje, además de los imponentes cerros Bastión, de 2063 m, y Ventisqueros, de 2298 m. En el Manso puede disfrutarse de rafting de clase 2, 3 y 4. Además, diversos operadores proponen flotadas de clase 1 y 2 para disfrutar en familia. A lo largo de la ruta 83 hay también tres pasarelas sobre el río que permiten explorar diversos rincones.

En el área también surgieron cerveceros artesanales, entre los que sobresale la fábrica de cerveza El Ventisquero, donde elaboran IPA, Imperial Stout, Golden, APA y Frambuesa. Tomar una pinta con vista al cerro Ventisqueros es inolvidable.

Destino privilegiado para la práctica de deportes acuáticos, trekking y ciclismo, este valle viene sumando adeptos y servicios a paso firme. De hecho, desde la Corporación para el Desarrollo y Promoción del Corredor Bioceánico Norpatagónico trabajan en la apertura del paso binacional El León, que permitiría acceder, a través del valle del Manso, a Cochamó, en Chile, una alternativa al paso Cardenal Samoré.